Hubo un notorio giro en la estrategia de Andrés Manuel López Obrador, que en este segundo debate presidencial decidió enfrentar con más contragolpes a Ricardo Anaya. Se sabÃa que el postulante del Frente volverÃa a la carga en Tijuana, un poco por necesidad y otro poco por los buenos resultados que habÃa conseguido en el primer debate de la Ciudad de México.
Desde hace una puñado de meses, AMLO y su entorno vienen repitiendo que la mejor estrategia es la moderación. Tiene sentido: con una posición cómoda en las encuestas -y más de un año como lÃder de todos los sondeos-, intercambiar golpes con sus competidores serÃa un correr un riesgo innecesario.
En el Primer Debate, López Obrador optó por no responder, e incluso desperdició varios de sus minutos de derecho de réplica. "Yo me zafo, no me engancho, amor y paz", viene repitiendo con cierta ironÃa cuando le consultan por algún cuestionamiento de sus rivales.
Pero el silencio absoluto no dejó un buen sabor de boca en su equipo de colaboradores. Por eso, como reveló LPO, semanas atrás su equipo ya habÃa grabado una centena de spots en contra de Anaya, en donde lo acusaban de corrupto y de mentiroso, entre otras cosas.
Esos videos serÃan difundidos en redes sociales, pero también en los tiempos oficiales de radio y televisión. Marcelo Ebrard intervino y recomendó emitir sólo uno, para no anticipar o más bien catalizar una polarización, que lentamente ya está ocurriendo con el postulante del Frente.
En esa misma lÃnea, AMLO consideró que en este segundo debate debÃa contratacar a Anaya, pero de forma selectiva. Es decir, no cederle todo el protagonismo, pero tampoco ingresar en el intercambio de golpes que proponÃa Anaya.
Los cruces fueron, quizás, lo más entretenido de la noche. Incluso para los otros dos candidatos, que miraban y escuchaban divertidos los contrapuntos del tabasqueño y el queretano. "Me estoy divirtiendo aquà con esta pelea", admitió El Bronco cuando le tocó su intervención después de varios minutos de pleito entre el candidato de Morena y del Frente.
El primer cruce fue por los niveles de inversión extrajera en la Ciudad de México, durante el sexenio de López Obrador. Anaya lo acusaba de haber tenido bajÃsimas inversiones, y se acercó a su silla para decÃrselo en la cara. Irónico, AMLO sacó su cartera y dijo: "Cuidado, a ver si me la quita".
Luego mostró un documento -de la SecretarÃa de EconomÃa, según dijo- que demostraba que la inversión en la Ciudad en esos años fue de 37 mil millones de pesos. "Otra de las mentiras de Anaya. Mentiroso, farsante", le gritó.
Más tarde, Anaya se defendió de los señalamientos por la vida que hizo su familia en Atlanta. "Son hipócritas. Meade se fue a estudiar a EU pagado por el gobierno mexicano. Y el hijo de López Obrador estudió en España. ¿No que muy nacionalista? Los dos son unos hipócritas", cuestionó.
"Es Ricky RiquÃn. CanallÃn. No tiene nada que ver lo de mi hijo con que hayas mantenido a tu familia en Atlanta, en una casa que ya voy a mostrar. Hoy en la revista Proceso muestran esto ["Los turbios ingresos de Anaya", era la nota de tapa que mostró a cámara]. Es un corrupto este señor, un engaña tontos. Se le acabó su tiempo", respondió AMLO.
El candidato presidencial del Frente volvió a cuestionar a AMLO en varias oportunidades. Dijo que su propuesta de construir un tren en el Istmo de Tehuantepec es un disparato porque esa vÃa férrea ya existe. "Anaya es un demagogo, un canallita. Los dos pertenecen a la mafia del poder. Les vamos a ganar", respondió el tabasqueño.
En medio de estos cruces, Meade quedó desdibujado, fuera de la polarización que efectivamente logró Anaya. El momento más interesante del candidato priista fue cuando leyó una presunta carta extorsiva de Nestora Salgado, en donde pedÃa un rescate por uno de sus secuestrados. "Toma, para que tu la tengas", le dije a AMLO y se la dejó en su estrado.
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